miércoles, 19 de marzo de 2014

desvaríos semanales...

No puedo generalizar, pero sí poner el dedo en la llaga, o simplemente escribir para mí. Hay algo curioso con la felicidad: provoca envidia.  Hablamos de ella todo el tiempo, la invocamos mañana y tarde, la deseamos a los demás.....pero....hay un pero, sí, cuando alguien que anteriormente era "infeliz" o buscaba su lugar, era más querido por nosotros...por "los felices", los deseantes eternos; la felicidad era nuestro patrimonio pero era la quimera del vecino, del compañero de trabajo, del "amigo". En cuanto este consigue su trozo de felicidad, las perspectivas se modifican. En un principio nos alegramos, claro! él ( o ella) están construyendo su felicidad.....pero a medida que esa felicidad se intensifica, algo sucede en nuestro interior. Por qué esa persona puede ser más feliz que nosotros?, por qué esa sonrisa permanente?, por qué todo parece irle de maravillas en unos segundos cuando a nosotros nos tomó años?...por qué?...Envidia capital,  envidia de posesión, de logro.....somos capaces de envidiar hasta lo intangible, hasta aquello que nos atañe si acaso tangencialmente.  La infelicidad y la desgracia de los otros nos nutre, nos hace "buenos", nos hace promotores intensos y fervientes de algo que supuestamente tenemos y de lo que otros carecen. ...pero que a esos desgraciados, sí, a esos infelices (literal)  les vaya mejor en un santiamén, eso no lo toleramos; a quién vamos a consolar, a quién le vamos a buscar trabajo, amor, paz mental, etc...somos algo complicado.

1 comentario:

  1. Cierto, lo somos y nos cuesta reconocer esa viga ocular que nos oculta el horizonte o esa pelusilla que se adormece en el ombligo ; pero...los amigos de verdad son para siempre.

    Un saludo.

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