de pronto veinte años no significaron otra cosa que la vida misma; la vida que nos empuja por distintos senderos. De momento las miradas ansiosas temían un desdén, una apatía; un poco de nervios, eso es todo, pero en un instante, brevísimo, esas miradas se encontraron y entonces ya no hubo dudas, los ojos lo explicaron todo, y tras un abrazo cálido el milagro de la amistad surgió de nuevo y esos más de 20 años ya, se convirtieron en el pretexto para este encuentro, que dejó claro que la amistad verdadera sí es como los buenos vinos y el tiempo la hace muchísimo mejor.
Bastaron unas pocas palabras para echar a andar el entendimiento, la búsqueda, la comprensión, el interés por el otro, que en esta época está tan deteriorado; bastaron estas horas para saber que aún tengo una amiga con la que hace unos meses no contaba, y que ahora se incorpora para acompañarme la vida, y compartir con ella mis asuntos y los suyos; para dejar los egoísmos y sentar las bases de la generosidad tan olvidada hoy en día. Gracias amiga.
Bastaron unas pocas palabras para echar a andar el entendimiento, la búsqueda, la comprensión, el interés por el otro, que en esta época está tan deteriorado; bastaron estas horas para saber que aún tengo una amiga con la que hace unos meses no contaba, y que ahora se incorpora para acompañarme la vida, y compartir con ella mis asuntos y los suyos; para dejar los egoísmos y sentar las bases de la generosidad tan olvidada hoy en día. Gracias amiga.