lunes, 9 de enero de 2012

no hay remedio


No tengo remedio ni tengo el remedio,

levanto diariamente este cuerpo,

hablo y río,

no tengo remedio ni tengo el remedio,

escapo del silencio en el ruido urbano,

en esta tarde habitualmente polvorienta.


No hay urgencia porque no hay remedio,

y entonces decido respirar sin darme cuenta,

y restituirme el aliento con una taza de café;

decido que la carcajada puede romper amarguras,

tumbar tristezas a moquetazos,

no lo sé realmente, pero lo intento.


No tengo remedio porque no quiero,

porque ni tengo el tiempo ni el humor.

Con una sonrisa me valgo bien,

con una palabra amable la puerta nunca se cierra;

entonces ¿para qué curar esta enfermedad?

Se puede alentar sin perder el aliento,

se puede dejar la cordura sentadita en el excusado,

y fumarse bocanadas de placer a las 6 de la tarde.

Se puede estar sin estar en cada día de la vida,

por eso yo prefiero no tener remedio,

tener la licencia de viajar aunque esté contigo,

de reir aunque una lágrima se me esconda en el pecho;

Se puede tanto como se quiera,

sólo porque no tengo remedio.

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