Los días siguen con su felicidad
engorrosa,
la tristeza
oculta en su cobacha atisba.
no paran las horas de sonreír
como si con esto el tiempo festejara su
intermitencia.
Descansas de la última carcajada
sueltas el cuerpo tras esa tensa
alegría
No puedo seguirte el paso,
a ese ritmo moriremos contentos,
moriremos con la mueca de la risa.
Han caducado las lágrimas,
vetustas de olvido y desdén,
aplastadas por el primer gesto de
júbilo.
Has vuelto de ninguna parte
¿A dónde vas ahora?
A veces no importa el lugar solo cuenta ese gesto de júbilo, esa mueca de risa que derrota lo negro de la noche.
ResponderEliminarMe gustan tus horas de reír.
Un saludo.
sí, así es...la risa más que terapia es necesidad corporal; alivio simple y llano. Gracias.
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